Por: Ps. Sofía Roca
Estudiante de máster en duelo y pérdida.
Puedo apostar que, como la mayoría de nosotros, siempre has pensado que la palabra “duelo” solo incluye la pérdida de un ser querido por fallecimiento. Yo también lo pensé durante muchísimo tiempo.
La verdad es que el duelo incluye cualquier proceso psicológico y emocional por la pérdida de algo significativo, en relación a vínculos, animales, lugares, cosas materiales, nosotros mismos y así sucesivamente.
La intensidad y duración de estos duelos van a depender de cuán importante es para nosotros eso que perdimos y los factores asociados a: cómo los afrontamos, a la culpa, a los futuros/presentes/pasados no vividos, a la añoranza, al espejo roto (qué tan especial nos hacía sentir), a los asuntos pendientes, etc.
Entonces, el duelo no lo vivimos sólo cuando una persona fallece, sino que es algo que transitamos constantemente en nuestras vidas. Te voy a contar algunos de duelos más típicos y que estoy segura que te ha tocado vivir. Por ejemplo, perder un vínculo con una persona que pensaste que siempre estaría ahí y de pronto se vuelve un extraño, el cambio de nuestro cuerpo a lo largo de la vida (las arrugas, las canas, la adolescencia, la transformación del cuerpo después de ser madres o por una cirugía, cuando el propósito que pensaste que duraría toda tu vida ya no tiene sentido para ti, la venta de la casa que te vio crecer toda tu vida, transitar a la menopausia, no poder ser madre/padre cuando siempre fue tu sueño, el famoso “nido vacío” cuando se van tus hijos de la casa, vivir un accidente que deja consecuencias físicas y/o psicológicas, el diagnóstico de una enfermedad (no tiene porque ser mortal), jubilarte después de muchos años trabajando, la pérdida de un “casi algo”, que otra persona cambie y ya no calce con tus valores, irte a vivir a otro país dejando tu familia y amigos aquí, perder todos tus recursos económicos, perder tu trabajo, ya no sentirte parte o cómodo en tu círculo de amigos o familia y así infinitamente porque existen muchísimos duelos en vida.
Y quiero hablarte de uno en especial, el duelo de uno mismo, ese que vivimos constantemente debido a que estamos siempre en transformación. Las cosas que antes nos hacían sentido y ahora no, nuestro cuerpo, nuestros valores y creencias que ya no nos hacen sentir cómodos en situaciones, lugares y grupos de personas donde antes nuestra alma brillaba, sueños que antes anhelábamos y ahora son completamente diferentes, etc.
Estos duelos en vida, cotidianos, al igual que el que conocemos, trae un proceso de adaptación importante, adaptarnos a ese vacío que nos deja lo que perdimos y transformar nuestras vidas desde ahí, lo cual muchas veces se vuelve bastante difícil.
En terapia específicamente, hay mucho que se remueve y duele por lo mismo, porque vivimos, elaboramos y transitamos muchos duelos que teníamos pendientes. Nos enfrentamos a muchas versiones de nosotros mismos que debemos dejar ir y que, por lo tanto, también soltamos personas, lugares y cosas.
Es importantísimo transitar estos duelos, darles un espacio, porque sino, poco a poco se van acumulando en nuestra mochila de vida, haciéndola cada vez más y más pesada.
Lo preocupante, bajo mi perspectiva, es de lo poco que se habla de estos duelos en vida y del poco peso que le damos cada uno y como sociedad. Escuchamos frases como “con el tiempo pasará”, y sí el tiempo ayuda, pero lo importante es lo que hacemos con ese tiempo, tomando consciencia de lo que estamos viviendo, hablándolo y permitiéndonos sentir, a veces de la compañía de un profesional.
En la sociedad, se tiende mucho a minimizar el dolor del otro, incluso el nuestro. El problema es que en vez de apoyarnos mutuamente en los duelos que vivimos todos, terminamos generando mecanismos de defensa para vernos “fuertes”, cuando realmente la verdadera fortaleza está en habitar esos dolores. Es importante poder acompañar y ser acompañados. No es necesario entender lo que está pasando el otro o haberlo vivido para poder empatizar, simplemente se necesita saber que la otra persona está en dolor. Actualmente, debido a lo anterior, estos duelos tendemos a vivirlos de manera muy solitaria, cuando no tenemos porqué hacerlo.
En el duelo, del tipo que sea, es importante saber que no hay tiempos correctos, cada uno tiene su ritmo, cada uno lo vive de forma diferente, con emociones e intensidades distintas, lo importante es poder ir poco a poco resignificando la experiencia y afrontándolos con mecanismos de conexión. No como lo hacemos en general, evitando estas experiencias, desconectándonos, pensando que “se pasarán solas”.
Respecto a los tiempos, he escuchado muchísimas veces, más de lo que me gustaría, juicios a otras personas del tipo “ya pero que lo supere, si ha pasado equis tiempo”.
No hay una receta perfecta paso a paso que aplique para todos, cada duelo es personal y necesita ser visto y trabajado así, desde las necesidades especiales de cada uno. Y sobre todo, que al igual que cualquier proceso no es lineal, “los pasos hacia atrás” son parte del avance.
Estos duelos, dependiendo de la intensidad e importancia que tengan para nosotros, pueden generar niveles altos de estrés, ansiedad, angustia, depresión, culpa, autoestima baja y aislamiento social. Si no vivimos esos dolores, se van estancando dentro de nosotros. Y quiero que sepas que el dolor es dolor y todos son válidos siempre.
Ya sean duelos por expectativas no cumplidas, por conflictos con otros, por cambios significativos, por asuntos pendientes, y así… es importante contar con las herramientas para aprender a transitarlos y elaborarlos, ya que, al ser duelos cotidianos, nos continuarán ocurriendo y no es bueno para nuestra salud (física, emocional y mental) seguir fingiendo que “ya paso”, evitándolos.
Es por esto, que mi recomendación es acudir a un profesional de la salud mental para poder vivir esos duelos pendientes y construir herramientas para que puedas hacerlo tú mismo de la mejor forma para ti, en un futuro cuando te enfrentes a más duelos en vida.
Por lo tanto, es clave permitirnos sentir, buscar apoyo y ayuda, practicar la autocompasión y que empecemos a normalizar estos duelos de la vida cotidiana.
Si necesitas acompañamiento, guía o ayuda, estamos felices de brindártela. Vemos tu dolor y deseamos darte el apoyo que necesitas.