Skip to main content

Por Constanza de Aguirre.

Desde mi punto de vista, el duelo es un tema que no suele ser muy popular. Hace algunos años, me veía hablando acerca del duelo en las redes para abrazar a todos aquellos que nos hemos visto envueltos en este proceso que es juzgable para muchos. Pero el miedo a tocar corazones que quizás no quieren ser tocados en un tema tan delicado, era más fuerte que la satisfacción de abrir heridas que podían sanar solo con la empatía, con la conversación, con el “no estás solo/a”.

Soy psicóloga clínica y educacional, y estoy transitando por un proceso de duelo que, en ningún caso, pensé iba a ser eterno. ¿Por qué eterno? Porque creo que emocionalmente el duelo es un camino para la vida. Es parte de la vida; a la mayoría de las personas nos toca vivir la experiencia de perder algo o a alguien. El duelo para mí es una partida. Es dejar ir algo a lo que nos aferramos profundamente; una mascota, una adicción, una persona o una creencia. Y como seres humanos nos plasmamos en esta tierra para aferrarnos en base a lo que muchas veces la cultura nos empuja.

Perdí a mi mamá a los 32 años, de manera repentina, sin “preparación”, sin previo aviso (por lo menos de manera consciente). Y recuerdo en mis eternas conversaciones con mi psiquiatra comentarle que, luego de 6 meses, yo creía que me quedaban 6 meses más de medicamentos porque “ya había pasado el tiempo suficiente”. ¿Cuánto es tiempo suficiente? ¿Cuándo se pasa? ¿Llegará el día en que ya no sienta tristeza, soledad, abandono, desamparo?

El duelo no tiene tiempo ni espacio. No es predecible y no es igual para todos. Por eso es tan difícil hablar de “duelar”. Porque no existe, como para todo en la vida, una fórmula que te “libere” más rápido del dolor de la pérdida. 

Nadie quiere sentirse triste, pero el dolor de una partida no te da aviso; porque pueden pasar 30 años y no hay día en que no te acuerdes de eso que tuviste que soltar. Y está bien; tampoco hay una ley que te obligue a dejar de recordar y extrañar. Como también para otros es más llevadero; y eso también está bien.

Los seres humanos tenemos procesos emocionales y conductuales muy diferentes unos de otros. Pero si pudiese buscar un común denominador para el duelo, diría que todos nos logramos adaptar; de mejor o peor manera, en pocos o muchos años. Depende en gran parte de nuestra autoestima y resiliencia. Pero como somos seres sociales y sistémicos, parte fundamental de llevar a cabo un duelo tiene que ver con nuestras redes, las personas que están alrededor y quieren sostenerte. Uno puede ser resiliente, pero eso es un logro que se concreta gracias a compartir con otros, escuchar y ser escuchado.

No te castigues por sentir una partida, así pasen años. No te sientas inferior por seguir sintiéndote solo o sola. No permitas que los juicios y opiniones de otros determinen cuánta tristeza o dolor debes sentir en “x” cantidad de tiempo. Ese dolor, ese proceso es personal; y cada uno vive el proceso como lo siente en el momento. Eso sí, preocúpate de rodearte de personas que lloren contigo, que sientan contigo, que te sirvan de bastón cuando solo quieras derrumbarte.

Así, y solo así, podrás transitar por el duelo, por el camino de la pérdida; un camino impredecible, pero de mucho aprendizaje a la vez: para honrar lo que ya no está, para valorar a quienes te acompañan, para seguir a pesar del dolor. Unos se van, otros quedamos aquí. Y eso está bien.

Dejar un Comentario

Open chat
👋 ¿En qué te podemos ayudar?
Hola 👋 ¿Necesitas ayuda? Hablemos por WhatsApp